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Por esto, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que nos fue dada, no desmayamos. Pero rechazamos los tapujos de vergüenza, no procediendo con astucia, ni adulterando la palabra de Dios sino que, por la clara demostración de la verdad, nos recomendamos a nosotros mismos a toda conciencia humana delante de Dios. Pero aun si nuestro evangelio está encubierto, entre los que se pierden está encubierto.

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